jueves, 20 de diciembre de 2007

VIAJE A VALENCIA. DÍA PRIMERO (I)

Tras una noche de cena y posterior tertulia, llegué a mi casa con el tiempo justo de preparar los últimos detalles del equipaje y marchar en busca de mi compañero de viaje.

El camino fue tranquilo, apenas había gente, salvo unos cuantos que se disponían a emprender su quehacer diario y otros que volvían a sus casas después de una noche de fiesta degustando los néctares, a veces pedestres, de Baco. Como en otras ocasiones, tuve que esperar un poco a que bajara mi compañero. No era plan de subir con la maleta a un piso sin ascensor.

Llegamos bien de tiempo a la estación de trenes, descubriendo que el horario que constaba en la página web de RENFE no era el verdadero. El tren llegó bastante puntual y en seguida emprendimos el viaje a Madrid, nuestro primer destino. Como era de esperar, pronto me vi entre los brazos de Morfeo. Mi compañero no fue menos.

Me desperté varias veces, pero en seguida volvía quedarme dormido. La última vez miré mi reloj y decidí quedarme despierto al ser cerca de la hora en la que teníamos que llegar a Chamartín. Mi amigo continuaba durmiendo. Cuando se cumplió la hora le llamé. Sin embargo, el paisaje no anunciaba la llegada a la ciudad. Unos momentos después comprendimos que llegábamos con retraso. La cosa empezó a ponerse preocupante cuando el tren acumuló veinte minutos. En cuarenta minutos teníamos que coger el tren que nos llevara a Valencia. De pronto, el tren se detuvo en medio de la nada… en total más de treinta y cinco minutos de retraso.

A toda velocidad descendimos del tren y corrimos hacia la vía donde salía un cercanías que llevaba a Atocha, lugar desde donde partía el otro tren. Mi carrera se vio entorpecida por dos chicas que se atravesaron delante de mí. Este acontecimiento provocó que no pudiéramos llegar a tiempo y sólo pudiéramos contemplar cómo el tren se alejaba de nosotros cual sucede en las películas. Sólo esos segundos y habríamos legado a tiempo.

Pero no nos dimos a la derrota. De nuevo emprendimos la carrera. Unos momentos de duda entre metro o taxi, decantándonos por este último. Salimos a la calle… e increíble, no había ningún taxi. Corriendo por las calles llegamos ante una parada en el cual había uno esperando. De súbito, arrancó y se marchó. Desde luego que aquél no era nuestro día de suerte. Nos acercamos a la parada y tomamos el primero que llegó. Era una auténtica lucha contrarreloj. Ahora era el momento peliculero de encontrarse con un conductor temerario especialista en la velocidad… mas aquél no era de esa clase. Era el típico taxista que daba mala fama al gremio: respetuoso con las normas y señales de tráfico.

Al fin llegamos a Atoche, no sin el sobresalto de casi chocarnos contra un automóvil que invadió de pronto nuestro carril. El día no fue, pues, tan nefasto en ese aspecto, la salud al menos quedó intacta.

Como era de esperar, llegamos tarde. No hubo el milagro de que el tren saliera con retraso como otras tantas veces es usual. Acudimos a la oficina a reclamar por el retraso, pero como de tren a tren no había hora y media de diferencia, ellos no se hacían responsables y nos tocaba pagar un suplemento. A continuación nos mandaron a la ventanilla. Y no pudimos menos que asustarnos al ver las enormes colas que allí existían. Para colmo, hacía un calor asfixiante, que alguna extranjera no notaba al levar su abrigo bien abrochado. Como parece ser costumbre en Atocha, las máquinas expendedoras de billetes no funcionaban, estaban declaradas en huelgas, es más, algunas incluso en rebeldía.

Esperando el turno en una de esas colas, se me ocurrió hacer una foto a mi amigo y a mí. De pronto se me acercó una guardia jurado y me indicó que estaba prohibido hacer fotos. Como no era de las colas no dijo nada más. Busqué después un cartel con dicha prohibición no existía.

Al fin llegó nuestro turno, ya medio deshidratados. Pedimos pasaje para el siguiente tren. Completo. Tuvimos que elegir el siguiente y los billetes nos fueron entregados previo pago de cuatro euros por barba por haber perdido el tren anterior. Salimos de la oficina para poder respirar un poco. Y en los bancos de la estación nos sentamos. Teníamos unas cuantas horas por delante antes de que partiéramos rumbo a Valencia.

(Continuará)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No more blog in 2008? And te whole story of Valencia´s trip?

Diego Vicente Sobradillo dijo...

Gracias Alfredo por tu comentario. Feliz año.

Ya tengo preparado el siguiente capóitulo del viaje a Valencia. Lo tengo que transcribir a ordenador poruqe me gusta escribirlo primero a mano, de ahí que suela tardar entre un capítulo y otro.
También ando un poco secuestrado, pero espero poder encontrar tiempo por algún sitio.
Un saludo y gracias por seguir visitando mi blog.